Todos los animales, desde los de estructura menos compleja hasta el ser humano, tienen la capacidad de aprender. La diferencia entre las diversas especies es que dicha capacidad está sujeta al nivel y al tipo de inteligencia que cada espécimen puede desarrollar. Desde la basada en asociaciones simples hasta el condicionamiento, los animales han evolucionado y desarrollado diferentes tipos y niveles de inteligencia: asociativa, por intuición, pre abstracta, entre otras.
Habiendo tantos tipos de inteligencia, es normal que existan también múltiples formas de aprender, por eso, no todos los perros aprenden de la misma manera.
Actualmente, para determinar el nivel en el que se encuentra cada perro, los especialistas usan el término de inteligencia asociativa basando su aprendizaje en la prueba y error. Los canes no cuentan con la capacidad de analizar, deducir, inferir, imaginar o razonar, sino que aprenden a través de la experiencia. Entonces, se puede decir que los perros no son capaces de pensar, aunque sí de entender y ejecutar instrucciones que pueden parecer complejas para su nivel de razonamiento.
Pero entonces, ¿Cómo es que aprenden los perros? La respuesta más simple es que ellos logran asociar estímulos, lo cual los vuelve capaces de anticipar su respuesta a través de procesos de condicionamiento. Esto quiere decir que un can aprende, por ejemplo, que el sonido que hace su correa o cadena antecede a la acción de salir a la calle, o bien, que determinado tono de voz en su dueño implica una actitud de recompensa o de castigo.
Así es como tu mascota puede entender cuando le pides que se siente, que cumpla una orden o que realice una acción específica. Siempre es gracias a una asociación de estímulos y nunca por una deducción o reflexión como ocurre entre los humanos.
Seguramente piensas que tu perro es muy listo porque entiende todo, o casi todo lo que le pides, incluso cuando parece que sabe que han hecho algo malo, como una travesura. Lo que en realidad sucede en estos casos es que el perro muestra una reacción condicionada de miedo a la serie de estímulos negativos como el castigo, regaño o aprensión.
Por ejemplo, cuando descubres que rompió una silla o la tela del sillón, basta con una mirada para que tu perro muestra miedo o que huya a esconderse. Pero, recuerda, el perro no sabe qué ha hecho mal (aunque parezca que sí), lo que sucede es que se ha condicionado su comportamiento.
Sabiendo esto, lo recomendable es generar condicionamientos adecuados para su bienestar y sana convivencia en casa. En ocasiones, el perro puede aprender a evitar el castigo o escapar de él; en otras, a obtener una recompensa, pero su aprendizaje siempre tenderá a evitar situaciones negativas y buscar o provocar las positivas.
Las consecuencias que le asignas a las acciones de tu perro son determinantes para regular su conducta, por ello debes asegurarte de reforzar positivamente buen comportamiento y, tal vez te parezca lógico reforzar negativamente el mal comportamiento, pero ten en cuenta que esto solo lo desequilibra e incluso puede causarle temor, estrés y ansiedad, porque como dijimos antes, ellos no tienen la capacidad de razonar ni de pensar; jamás entenderá porque está siendo regañado, pero sí entenderá que ha sido recompensado por un buen comportamiento, gracias a la emoción de satisfacción y bienestar que le genera.
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