Compuesta de huesos y alimentos crudos, la dieta BARF está ganando popularidad entre los dueños de perros (y por supuesto, siendo amada por los propios canes), desde hace algunos años, pero, ¿Por qué cada vez más personas eligen alimentar a sus mejores amigos de esta manera?
Primero, debemos aclarar qué es la dieta BARF El acrónimo conformado por las palabras Biologically Appropiate Raw Food, en inglés, le dan origen al término BARF, que en español significa Alimentación Cruda Biológicamente Apropiada. Dicho con otras palabras, la dieta BARF es una forma de alimentación natural, que incluye lácteos, cereales integrales, suplementos de vitaminas y minerales, verduras, frutas y por supuesto, proteína cruda.
Esta dieta imita la forma en la que un perro podría comer si viviera libre entre la naturaleza. Contiene niveles de proteína más altos que la mayoría de los alimentos comerciales y fórmulas secas estándar para mascotas. Prácticamente ninguna parte de una dieta cruda se procesa, así que en ella no hay ingredientes de relleno innecesarios y, por lo tanto, existen muchas menos posibilidades de que el perro pueda sufrir una reacción alérgica, intolerancia a los alimentos o al aumento de peso debido al exceso de grasas y carbohidratos.
De hecho, para hablar de alimentos crudos es necesario que ninguna parte de la fórmula sea procesada con calor, y conservar los ingredientes bien refrigerados hasta que sea necesario servirlos. Evitar la exposición al calor o a la cocción hace que los nutrientes se mantengan presentes en su trayecto de la fuente al plato, particularmente cuando se trata de la proteína, la cual es la fuente principal de energía para el organismo del perro, y que lo ayuda a desarrollar y conservar músculos y tejidos fuertes.
Para que se considere como nutricionalmente completa, la dieta BARF debe incluir una proporción específica de ingredientes derivados tanto de animales como de plantas.
El organismo canino no puede almacenar la proteína; esto significa que la mayor parte de la sustancia presente en su comida se procesa como desecho. Si una fuente de proteínas no proporciona la energía que el perro necesita, seguirá comiendo para reemplazarla.
Esta es la razón por la cual, tras iniciar la alimentación cruda, los amos notan que sus mascotas consumen menos cantidad de alimentos tras cada comida; es decir, la fuente de proteínas conserva su eficiencia natural, así que su cuerpo obtiene toda la energía necesaria sin la sensación de que necesita más alimentos.
Aunque muchas de las croquetas empacadas y de los alimentos enlatados comerciales pueden mantener alimentado a un perro, de ninguna manera brindan los mismos beneficios para la salud que una dieta BARF, cuyos beneficios se comprueban con:
- Mejor digestión
- Mejor control del peso
- Disminución del olor y volumen de las heces
- Menos alergias e intolerancias alimentarias
- Mejor salud dental
- Mejor salud urinaria
- Aumento de energía
- Menor riesgo de desarrollar padecimientos como diabetes o enfermedad renal
- Menores niveles de estrés y ansiedad
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